MIRADASDOC UNA PUERTA ABIERTA (Agenda diaria)

MIRADASDOC UNA PUERTA ABIERTA (Agenda diaria)

29 ENE NAGORE ECEIZA, MOISÉS SALAMA Y CRISTINA RODRÍGUEZ SE ENCUENTRAN CON EL PÚBLICO EN MIRADASDOC ESTE LUNES

Seis películas de los concursos nacional, corto internacional, ópera prima y largo internacional se exhiben en la sala 1 del Auditorio de Guía de Isora

El Festival Internacional de Cine Documental de Guía de Isora MiradasDoc cuenta con seis películas en su agenda de proyecciones para este lunes, 29 de enero. Todos los documentales se verán en la sala 1 del Auditorio de Guía de Isora. Los directores Nagore Eceiza, de Fifty Rupees Only, Moisés Salama, de Caballo de viento, y Cristina Cejas, de Rio Mouro estarán presentes en la sala para compartir reflexiones con el público al concluir la exhibición.

La película de Eceiza es la que inicia la programación, a las 16.00 horas. La documentalista donostiarra concurre al concurso nacional de MiradasDoc con su cortometraje Fifty Rupees Only (29’ / 2016 / España), en el que contrapone el idílico amor romántico de los filmes de Bollywood con la realidad de los matrimonios concertados que unen al 80% de las parejas de la India. Le sigue en esta sesión Puertas abiertas, de Pavel Marcano (64’ / 2017 / Argentina), que concurre al concurso internacional de Opera Prima. El documental está protagonizado por Bonifacio, un paciente más, de los cientos que viven en el hospital psiquiátrico Open Door, en las afueras de Buenos Aires.

La sesión de las 18.00 horas comienza con la proyección de Rio Mouro (18’ / 2017 / España y Portugal), un corto documental que participa en el concurso nacional. Es el resultado de la búsqueda de la identidad cultural de los hijos de inmigrantes en un barrio de la ciudad portuguesa de Sintra. A través de estas vidas, el público no solo descubrirá una subcultura, también la trampa de nacer en un barrio marginal. Al concluir la exhibición, la directora Cristina Rodríguez Cejas atenderá las inquietudes que su película haya despertado en el público.

A continuación, en Caballo de viento, Moisés Salama presenta a Nando, un hombre de 70 años, seriamente enfermo. La situación es un momento crítico que ofrece la oportunidad de hacer un relato biográfico que alterna la crónica del presente con la rememoración del pasado. El retrato cambiante del protagonista recuerda sin pudor años de máscaras, búsquedas y exploraciones. El director también participará con el público un coloquio sobre las reflexiones que suscite su película, aspirante al premio al mejor documental nacional.

La película irlandesa School Life, de Neasa Ní Chianáin y David Rane (99’ / 2017) llega al concurso internacional al mejor largometraje documental de MiradasDoc en 2018 después de haber pasado por el pitching de MiradasDoc Market en 2017, como un proyecto en busca de financiación bajo el título inicial de In loco parentis. Se trata de un documental de observación en el que se sigue un año en la vida de dos inspiradores maestros en el único internado de educación primaria en Irlanda. Headfort es una escuela no muy diferente a Hogwarts, con sus edificios del siglo XVIII, puertas secretas y mágicos bosques. Ha sido el hogar de John y Amanda Leyden durante 46 años y el telón de fondo de sus extraordinarias carreras.

The Family, de Rok Biček (106’ / 2017 / Eslovenia, Austria) cierra la sesión de este lunes, a las 22.00 horas en la sala 1 del Auditorio de Guía de Isora. La película, que participa en el concurso internacional al mejor largo documental, está protagonizada por Matej, miembro de una familia de personas con necesidades especiales en un recóndito pueblo de una remota región. El joven es tan único –ni diferente ni normal– que parece haber escapado de las presiones de su entorno. Sin embargo, el destino lo alcanza cuando él y su novia tienen una hija y su relación se desmorona al poco tiempo. La batalla por la custodia se sucede y se pone incluso más fea hasta que Matej opta por una salida radical del círculo vicioso, tanto de la familia como de la vida misma.

Johanné Gómez Terrero: “Intento reflexionar con lo que me molesta”

La directora dominicana participa en el AfroLatam Lab del foro de cooperación de MiradasDoc Market con el proyecto ‘Sugar Island’

La directora dominicana Johanné Gómez Terrero se encuentra desde el viernes 26 de enero en Guía de Isora (Tenerife, Islas Canarias) para participar en la primera edición del AfroLatam Lab, el laboratorio de desarrollo de proyectos documentales del foro de cooperación África-América Latina de MiradasDoc Market, el mercado internacional de MiradasDoc.

La documentalista participó también en la anterior edición de MiradasDoc, donde su film Caribbean Fantasy mereció una mención especial del jurado que otorgó el premio a la mejor Ópera Prima. A AfroLatam Lab llega con el proyecto Sugar Island, que “retrata la industria azucarera en la República Dominicana, tanto su momento actual, que es decadente, como su historia, que tiene mucho que ver con el Caribe, también”. La experiencia del laboratorio es muy buena “porque estamos mirando el proyecto desde muchos ángulos, desde la propuesta estética, de producción… estoy anclándolo, me está permitiendo reescribir y mirarlo con otros ojos. Es bueno también escuchar otros proyectos. Es bueno que esté en el marco de este festival, porque tiene muchas capas”.

El proyecto de Gómez Terrero ha sido elegido entre varios aspirantes y comparte con otras cuatro iniciativas en este espacio en el que se da “una relación Sur-Sur, sin el intermedio que hay siempre, que es Europa, aunque estamos en suelo español; creo que estamos haciendo networking y estamos comunicándonos y haciendo crecer los proyectos en su conjunto. Está siendo muy rico”, asegura. La iniciativa “de alguna manera está empoderando y conectando. Creo que todo emerge desde lo local, es decir, desde la periferia, de lo chiquito”.

República Dominicana no solo es para la directora el país donde nació “es el lugar donde están mis temas” y es también una fuente de reflexión y de inquietudes. “Caca vez que salgo pienso mucho en lo que quiero hacer y por eso no me he ido. Todo lo que pienso hacer como cine está vinculado ahí. No tengo escapatoria”, dice, para precisar que cada cineasta “tiene una carencia que suple de maneras distintas. Tal vez, la mía es buscar ahí. En este momento, casi todo lo que pienso para el cine está vinculado a esa isla”.

Pero esta isla caribeña es también un país inmerso en el subdesarrollo: “El subdesarrollo corroe todo. Es terrible. No deja completar las cosas. Es como una cosecha que no germina, la planta está ahí, pero no termina de dar frutos. Hay potencial, pero no se sabe aprovechar. Jode todo”. El caso es que esta situación dificulta la creación, la burocratiza, pone obstáculos, “de alguna manera, apela a que te canses. Claro, hay quienes vivimos por encima de eso y hacemos, somos malcriados, hacemos lo que nos da la gana”.

Johanné Gomez reflexiona sobre cómo orienta su obra: “Yo trabajo en espacios marginales, marginalizados –dice–. Es donde más me gusta estar. No solo en el margen geográfico, sino en todos los sentidos de lo que significa estar periférico”.
“Creo que los temas que me ofrece República Dominicana son todo lo que me molesta. Es contradictorio, pero lo que me molesta es lo que me hace estar y me permite contar. Cuento desde la incomodidad, desde el cuestionamiento. No alecciono nada, estoy preguntando cosas y estoy intentando reflexionar sobre las cosas que me molestan mucho. Por lo pronto prefiero explorar en eso que me produce dolor”.

Sus temas son sociales, pero Gómez Torrero se mueve también por otras inquietudes: “Yo puedo denunciar, pero, para mí, sobre todo un documental es una película. En cada proyecto quiero un reto cinematográfico, un reto estético, un aporte narrativo particular, que mi mirada y mi oído estén ahí de una manera particular”. Destaca la empatía como cualidad que no debe faltar a un documentalista. “Empatizar es muy complicado. A veces parece que estamos escuchando, pero no. La historia puede estar totalmente construida, pero tiene que haber una conexión más allá de la superficie, como cuando los árboles se enredan”.

La directora se formó en la escuela de cine de San Antonio de Los Baños, en Cuba. “Me cambió la vida. Me aportó muchísima conciencia de mí misma y de mi entorno. Comencé a tener sentido de pertenencia con Latinoamérica, porque el Caribe más insular tiene unas rupturas en la comunicación con el resto de Latinoamérica, por tener una influencia más gringa. Encontré anclaje, raíz, no hay nada más maravilloso que la sonoridad de nuestro idioma. Cuando estos tonos latinoamericanos convergen en un lugar ocurre algo”.

En la escuela se formó en producción, después de diez años dedicada a esta tarea comenzó a dirigir documentales. “No tengo claro cómo llegué al documental, creo que fue algo que se fue dando y que fue intuitivo”, aunque asegura que al principio tuvo dudas: “Ser mujer, negra, caribeña, de clase media… todo ese tipo de marcos crean inseguridades y tuve mis dudas”. De hecho, su primer ejercicio, “sobre un tema tan arisco para mi país como la cuestión haitiana, sentí tanta presión que lo guardé y empecé de cero. Caribbean Fantasy me dio seguridad, me enseñó mucho de la vida y de todo”.

Nagore Eceiza: “Hago documentales porque necesito contar historias reales desde mi mirada subjetiva”

La directora donostiarra trae a MiradasDoc ‘Fifty Rupees Only’, una película que contrapone el maravilloso mundo del amor romántico de las películas de Bollywood con los matrimonios concertados

La documentalista donostiarra Nagore Eceiza concurre al concurso nacional de MiradasDoc con su cortometraje Fifty Rupees Only (2016 / 29’), una película que contrapone el idílico amor romántico de los filmes de Bollywood con la realidad de los matrimonios concertados que unen “al 80% de las parejas de la India”. Eceiza trabaja desde 2013 como freelance con el nombre de EL SANT0 films y, además de la película que trae al Festival y Mercado Internacional de Cine Documental de Guía de Isora, ha dirigido Larrea Motzean (2014), Abba MalaKu (2009) y La serpiente multicolor (2009). Con una formación de diseñadora gráfica, su vínculo con la imagen la ha llevado a inclinarse por la fotografía y el documental como fórmulas en las que capta la realidad y la expresa siempre “con una mirada personal, con la subjetividad del autor”.

¿Por qué documentales?
“Contar historias me encanta. Incluso, cuando estoy contando historias mías, me emociono más que cuando las vivo. Cuando encuentro una historia tengo la necesidad de contar esa realidad y la estética de las imágenes es una excelente forma de contar esas historias. En definitiva, hago documentales porque necesito contar historias reales desde mi mirada subjetiva”.

¿No la ha tentado la ficción?
“No tengo ninguna formación en el tema audiovisual, me he ido metiendo en esto porque la inquietud que he tenido de contar las cosas que me he encontrado por el camino me ha llevado directamente al documental. Es un género en el que me siento muy bien. Lo primero es encontrar una historia, investigar y retratar las cosas como son. Este reto me parece más interesante que recrear algo que no existe. Es cierto que, al mismo tiempo que estoy haciendo un camino en el documental, el cuerpo me pide en este momento reconvertir un proyecto que tengo en mi cabeza desde hace más de doce años en ficción. Es un proyecto documental que parte de una realidad, pero… Saltar del documental a la ficción será el próximo reto que tenga”.

¿Cómo encuentra las historias?
“Tengo dos maneras de trabajar. A veces viene una ONG o una entidad y me plantea un documental sobre una historia que ellos tienen, cosa que me parece muy interesante. La otra manera es cuando encuentro yo misma una historia y ahí tienes que ponerte las pinturas de guerra y salir a la calle a buscar subvenciones, ayudas y alianzas que te permitan contarla”.

¿Se puede sobrevivir de los documentales?
“No. Yo, al menos, no puedo. Es verdad que en los festivales y otros puntos de encuentro he visto documentales de temática de derechos humanos en los que se ha invertido tanto presupuesto en los subtítulos como el total que yo tenía yo para todo mi proyecto”.

¿Con qué medios se desplazó a la India a hacer Fifty Rupees Only?
“Yo vi una realidad de una escena cotidiana en la India, que me inspiró para hacer un paralelismo con la fantasía y el amor en las películas de Bollywood. Yo vine con esta idea a España y, casualmente, una convocatoria de Amnistía Internacional daba una ayuda de 5.000 euros a proyectos documentales con temática de derechos humanos. Envié mi idea y me la concedieron. 5.000 euros no es nada, pero si tienes muchas ganas de contar algo es el impulso que te obliga a arrancar. Yo me alié con Igor Arabaolaza, que me acompañó desde el primer momento. Los medios fueron dos personas, él y yo, dos cámaras Canon y un micrófono… Y nos fuimos a la India”.

¿Pero ya tenían contactos o comenzaron de cero allí?

“Yo ya conocía la realidad de varias chicas en un viaje previo en el que estuve haciendo fotografías para una exposición, pero una cosa es que la conozcas y sepas su realidad y otra que, en el momento en el que vas a documentarlo delante de una cámara, ellas decidan que no lo van a hacer. Una cosa totalmente respetable y entendible. Eso fue un jarro de agua fría para mí, porque sabía de historias muy potentes, pero no las podía plasmar delante de la cámara”.

¿Y cómo resolvió esto?
“Pensé que si el 80% de los matrimonios en la India son de matrimonios concertados no tenía más que mirar a la calle para darme cuenta de que esa era la realidad de la mayoría de esas personas. Así que fui a una escuela de cine y le propuse al director que me gustaría que los chicos participaran en el documental y que cobraran, con lo que conseguí involucrar a la gente local y acercarme a la realidad de los jóvenes de 20 años. La fórmula fue muy bien, y Grina, que fue nuestra ayudante de dirección, nos consiguió a personas que estaban en ese momento en el proceso que queríamos contar”.

El contraste entre la idealización de Bollywood y las historias de su película es evidente. ¿Qué quería lograr con esta historia?
“Este documental me gusta mucho porque abre muchos flancos para el debate: el amor –allí y aquí–, el amor romántico, las películas, los medios, los mensajes que nos llegan, las expectativas que nos crean… Pero eso ha sido posterior. En el punto de partida yo me inspiré en una escena que ocurrió en la India, cuando yo estaba en un slum, un barrio muy pobre, donde vi a un par de adolescentes, de unos 15 años, que iban a comprar verduras y, allí, en cualquier lugar, por muy humilde que sea, hay una pantalla en la que se ven películas de Bollywood. Ellas se quedaron hipnotizadas mirando la película, cuando su realidad era otra bien distinta. Así surgió la idea del contraste entre lo que ofrecen las películas y los matrimonios concertados. Por cierto, el tema de esa gran industria que es Bollywood también tiene mucho que contar”.

¿Por qué elige venir a MiradasDoc?
“Porque es un referente. Yo leo textos sobre lo que pretende, lo que busca y la filosofía de MiradasDoc y veo reflejado este documental. En este Festival se busca y se premia la mirada personal del documentalista, cosa que enriquece. Estoy muy orgullosa de que hayan valorado Fifty Rupees Only como para estar aquí y, además, estar en la selección junto con trabajos como los de Raúl de la Fuente o Amaia Remírez me produce mucho orgullo”.