[MiradasDoc /Noticias] Manu Bonmariage narra con ‘Muerte en vida’ la angustia de los últimos días de existencia de dos enfermos de cáncer

[MiradasDoc /Noticias] Manu Bonmariage narra con ‘Muerte en vida’ la angustia de los últimos días de existencia de dos enfermos de cáncer

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La película aborda el tema de la eutanasia y compite en el concurso internacional de Largometrajes del Festival Internacional y Mercado de Cine Documental de Guía de Isora
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El cineasta belga Manu Bonmariage presenta en MiradasDoc, el Festival Internacional y Mercado de Cine Documental de Guía de Isora, la película Muerte en vida, en la que narra, mediante una composición de “cine directo”, los últimos días en las vidas de dos hombres franceses enfermos de cáncer. Mientras uno de ellos elige la eutanasia a pesar de que confiesa ante la cámara su deseo de vivir, el otro, incapaz de superar las barreras sociales y religiosas de su entorno, llega a la muerte de manera natural pero con gran sufrimiento.

La cinta, de 75 minutos de duración, compite en el concurso internacional de Largometrajes del certamen isorano y se proyectará este lunes, día 2, a las 20:00 horas en la sala 1 del Auditorio de Guía de Isora. Tras la exhibición tendrá lugar un coloquio en el que el público asistente podrá compartir sus impresiones y hacerle preguntas al director. La película se volverá a proyectar el viernes, día 6, a las 16:00 horas en la sala 2 del mismo recinto.

Muerte en vida se ajusta perfectamente al esquema de Strip Tease, un programa de documentales que comenzó su andadura en los años ochenta del siglo pasado en la televisión belga y del que Bonmariage se considera padre espiritual. Este espacio consistía en piezas de cine documental realizadas específicamente para el programa, con el que Bonmariage y sus colaboradores pretendían, según confesó el director en MiradasDoc, “desnudar a una sociedad que no siempre se presentaba al natural; queríamos quitarle la máscara, pero no para burlarnos de nadie, sino para sacar su riqueza”.

Andrés Sandoval redescubre la cuna del realismo mágico

El director colombiano presenta al concurso internacional de Cortometraje de MiradasDoc su película ‘El ojo de Macondo’, sobre el fotógrafo Leo Matiz

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La ciénaga es Aracataca y es Macondo. La ciénaga, los platanales son localizables en el mapa; los pescadores, la humedad y el calor también se pueden palpar. Pero además, todo es la materia prima de un sueño, que se hizo reconocible bajo el nombre de Macondo a partir de las obras de García Marquez. Sin embargo, ese mundo surreal debe de formar parte de la esencia del pueblo del Caribe colombiano, no un invento, ni un capricho literario, porque Macondo fue fotografiado antes de que García Márquez hablara de él en sus novelas.

El pavo real del mar, considerada como la fotografía perfecta, es el preludio de la belleza de ese sueño. El fotógrafo es Leo Matiz, un personaje de leyenda en su vida real y en la vida inventada que él se encargaba de contar a oídos ingenuos y crédulos, deseosos de que la historia del gran maestro de la fotografía colombiano fuera más allá de sus límites reales, como si hubiera sido insuficiente haber compartido vida artística con Buñuel, Frida Kahlo, Neruda, María Félix… en el México de la primera mitad del siglo XX o haber caído en desgracia por un conflicto con Siqueiros o haber registrado con la cámara el nacimiento del Estado de Israel o haber dejado de trabajar por convertirse en un fotógrafo ciego que perdió en un asalto a manos de delincuentes callejeros el ojo con el que sacaba las fotos, mientras el otro estaba nublado por las cataratas.

La búsqueda del origen de esa foto perfecta desencadena una investigación de la que se hace cargo el joven cineasta colombiano Andrés Sandoval, que viaja hasta Aracataca a rastrear la noticia del Leo Matiz joven y del viejo, en busca de quién fue ese fotógrafo de niño y primera juventud, antes de la gloria mexicana, y de quién fue cuando regresó a su pueblo ya anciano “como queriendo quedarse allá”, dice Sandoval. El resultado de esa investigación de Sandoval es El ojo de Macondo (26’ / 2015 / Colombia), que compite en el concurso internacional de Cortometraje en la décima edición de MiradasDoc.

Roya Eshraghi: “Estamos menospreciando el poder de la realidad”

La cineasta iraní busca busca la belleza de las cosas simples y el encanto de lo cotidiano en ‘Lorenza, la radio y tú’, que presenta al concurso de Cortometraje Internacional de MiradasDoc

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Lorenza es una señora mayor que vive en un bohío de la Sierra Maestra. Su vida no es fácil, pero ese no es su principal problema. Se pasa toda el día esperando a que la radio retransmita su radionovela preferida. Esta mujer campesina cubana y su transistor forman parte de un trío que se completa con la cámara y la mirada de la cineasta Roya Eshraghi (Irán, 1985) y, juntos, dan forma al título del documental Lorenza, la radio y tú (12’/ Cuba / 2015), que participa en el concurso internacional de cortometraje en la décima edición de MiradasDoc. La película se proyecta este martes, 3 de noviembre, a las 16.00 horas en la sala 2 del Auditorio de Guía de Isora (Tenerife, Islas Canarias) y el viernes 6, a las 22.00 en la sala 1.

Las condiciones en las que transcurre la vida de Lorenza no son fáciles, pero para Eshraghi, más allá de la visión social, su documental es sobre todo “un gesto cinematográfico”. Alumna de la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV) de San Antonio de los Baños (Cuba), la cineasta iraní residente en Costa Rica encuentra que su película, realizada como parte de su proceso de formación, es la mejor expresión de la respuesta que dio al ingersar a la escuela sobre sus motivos para querer ser documentalista: buscar “la belleza que hay en los momentos más simples de la vida y de la cotidianidad”.

“Lo cotidiano de la cotidianidad ha impedido que podamos apreciar ese encanto, por eso el documental permite reinventar esa realidad para volver a valorarla”, reflexiona Eshraghi. La escuela trasladó a sus estudiantes a la Sierra Maestra cubana para que realizaran su corto documental en el plazo de cinco semanas. La mayor parte de ese tiempo, la directora la empleó en visitar a Lorenza en su humilde bohío y a compartir horas con ella: escuchar la radio juntas, sacar el agua del pozo, preparar la comida y disfrutarla… “La observación fue elemento principal de este documental, todos los días iba a visitarla. Eso me permitió sentir su tempo, su ritmo”.

Montxo Armendáriz, la sinceridad como base para un cine que conmueve y reflexiona

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“Para mí, el criterio es que uno sea sincero consigo mismo y que quiera contar algo que le salga de dentro. Cuando uno lo hace sinceramente, se aprecia”. Así explica Montxo Armendáriz cómo se guía en su trabajo a la hora de hacer películas y también la forma en la que, sin proponérselo, su obra ha podido conseguir a un tiempo éxito de taquilla, reconocimiento del público y de festivales, sin necesidad de renunciar a nada, tanto en lo formal como en los contenidos que se propone en sus películas.

El director navarro se encuentra en la décima edición de MiradasDoc, a la que califica con sorpresa y satisfacción como “casi casi una especie de islote, donde se reivindica un cine con el que te identificas totalmente”. El director de No tengas miedo dice que no hace cine por dinero, fama o premios, aunque todo eso lo ha conseguido: “hago cine fundamentalmente porque me gusta y me identifico con contar historias a través de imágenes y busco la complicidad con los espectadores”.

Armendáriz habla en segunda persona y así consigue de su interlocutor una identificación total, habla como quien en realidad está interpretando lo que el otro piensa o siente y así ha hecho en parte también sus películas.

Iniciado en el documental, al que asegura “amar”, Armendáriz ha desarrollado una obra que, en su mayoría entra en la categoría de la ficción, aunque el director ha sido capaz de romper las barreras entre la realidad y la ficción precisamente con esa sinceridad que es el pilar de todas las historias que cuenta en imágenes.

Nacido en el barrio La Txantrea, de Pamplona, en una familia obrera, en los años 50 del siglo pasado, la forma de salir al mundo para el niño que fue era el cine: “era una ventana a través de la cual conocías el mundo, a otras gentes. Eso era mágico y de ahí surgió el germen de querer contar cosas como esas”.

Los primeros ahorros los invirtió en una cámara de súper 8, para rodar, junto a sus amigos “aquello que veíamos en aquellos tiempos, que eran manifestaciones, asociaciones de vecinos, era la problemática que teníamos, a finales de los 60, mediados de los 70”, de la misma manera que hoy en día jóvenes directores “hacen documentales sobre las mareas, antes sobre los trabajadores de Telefónica, o sobre el 15M”.

Entró a la ficción “porque del documental uno no puede vivir, porque desgraciadamente el mercado es quien manda y el documental está marginado”. Pero a la ficción llevó historias “vividas o conocidas”. Así, Tasio se alimentó de un personaje conocido en el documental Carboneros de Navarra y en la misma línea, Cartas de Alou comenzó como un documental que acabó haciendo ficción para comprometer menos la vida de los inmigrantes clandestinos que protagonizan la película.

Llevar a la ficción historias personales o sociales y trabajar con “actores naturales” es lo que ya había encontrado en las películas del neorrealismo italiano: “en ellas descubrí historias muy muy pegadas a la realidad, porque eran casi documentales ficcionados, con actores naturales, con situaciones absolutamente reconocibles”. Es una tónica que mantuvo también en Silencio Roto y No tengas miedo, “basadas en situaciones que he vivido o reconocido y que he ficcionado tratando de ser lo más fiel posible a la realidad”.

En ese aliento inicial de los primeros rodajes en los que “rodábamos todo lo que encontrábamos”, latía un espíritu que el director navarro también conserva: “el cine era recoger la realidad, mostrarla a otros y poder participar”. Participar, que es “emocionar y reflexionar”, compartiendo historias que previamente lo han emocionado a él y lo han llevado a pensar. “Busco la complicidad con espectadores a los que supongo que la película les va a aportar eso mismo”.

La popularización y democratización de la realización y obtención de imágenes propia de nuestra sociedad tecnológica no quita al cine ni a estas imágenes mantener esa misma validez como mecanismo de emoción y reflexión colectiva. “La imagen, como elemento de conocimiento, de comunicación, ha perdido su carácter elitista y se ha popularizado…. Todos los dispositivos actuales permiten que cualquiera pueda grabar la realidad y colgarlo en internet, pero por otro lado, eso conlleva también la masificación y la pérdida de identidad; ahí yo sí creo que hay que salvaguardar. Hay que mantener la popularización, pero, por otro lado, también hay que tratar de que esas imágenes no sean ni manipuladas ni defenestradas en cuanto a su utilización y su potencial”, reflexiona el director.

Afrontar una película no significa necesariamente, para Armendáriz, enfocarla en función de si opta por la ficción o el documental: “uno se plantea el trabajo diferente porque cada película es diferente. Depende de aquello que quieras contar y cómo lo quieras contar y en función de eso uno organiza el trabajo y el equipo que quieras para realizarlo”.

Conocer el Festival y Mercado Internacional de Cine Documental de Guía de Isora ha sido para Armendáriz “entiende el cine no en función del dinero que da, de la taquilla que produce, sino en función de sus valores como propio cine y como reflejo de la sociedad en que vivimos”. Por eso, recibir el premio Mirada Personal “es muy agradable y te animan y te dan aliciente para seguir peleando”.